La definición de éxito puede tener más versiones que la canción de feliz cumpleaños. Para unos es "dinero", para otros "amor", para otros "trascender". Para mí es sentir que mi existencia cobra sentido por impactar a otros con algo "para lo que soy buena". Sí, utilizar el don que Dios me dio.
No voy a profundizar en definición de don ni repetiré lo importante que es autoanalizarnos para definir claramente aquello para lo que nacimos y aquello que sencillamente no se nos da.
El motivo por el cual la gran mayoría de personas son "espectadoras" del "éxito" de unos pocos es que esos pocos, han tenido la fortuna, suerte, lucidez o determinación necesaria que los impulsó a dar su primer paso en el momento preciso, sin esperar que el mundo cambiara y se alineara todo para poder iniciar.
Las personas que comprendieron que el sentido de urgencia es importante para perseguir los sueños y convertirlos en realidad, son quienes en realidad han podido saborear la satisfacción de una misión cumplida, de una siembra con cosecha, de una inversión próspera de tiempo, dinero, esfuerzo y corazón.
Mal hacemos si seguimos tapando nuestros ojos, autoengañándonos con mil motivos por los cuales "aún no es tiempo", atribuyendo al entorno nuestra incapacidad de dar un primer paso, sin miedo al error.
Termino diciéndote otra cosa: errar es y siempre será parte del crecimiento y de la prosperidad. También debemos tener claro eso, para no caer en trampas que puedan frenarnos por completo al promer equívoco.
Por eso es que la receta del éxito tiene como ingredientes obligatorios:
- Determinación (Dar el primer paso independientemente de lo que el entorno muestre).
- Valentía (Avanzar aún cuando en el camino se cometan errores que son parte del proceso, y que en el fondo tienen la misión de enseñarnos mucho más que nuestros aciertos).
- Corazón (Nada de esto tiene buen puerto si desde el principio, no buscamos el verdadero propósito hacia el cual caminar).